María Teresa Campos

La alegría y el optimismo habituales en la vuelta al cole en el mundo del periodismo nacional se han visto este año truncados por la noticia del adiós de una de las grandes figuras históricas en la comunicación en España: María Teresa Campos. Una figura inmensa, más allá de filias y fobias, y a la que no se puede negar un tremendo aporte al mundo del periodismo y la televisión en nuestro país. Una figura icónica que dice adiós y que, lejos de dejar un vacío, a lo largo de las últimas décadas ha abierto un camino que nunca nadie recorrió antes de su llegada a la primera plana mediática.

Aunque ‘la Campos’ era conocida por su faceta televisiva, su carrera en los medios comenzó en la radio de su ciudad. Nacida en Tetuán (Marruecos), pero criada en Málaga, de donde siempre se consideró natural, fue en la ciudad andaluza donde dio sus primeros pasos en las ondas. Ganó fama a nivel local y, unos años después, dio el salto a la televisión de manera progresiva: comenzó con pequeñas colaboraciones, con pocos minutos en pantalla, y poco a poco se abrió camino.

Su estrecha relación profesional con el histórico Jesús Hermida ayudó a catapultarla hasta convertirse en la gigantesca figura que ha sido. Sobre todo, desde que a mediados de los años 80 se asentase en el formato que la hizo ilustre: el magacín matinal de televisión. Ahí dejó de ser colaboradora y redactora para, por primera vez, ponerse frente a la cámara como presentadora y conductora de un programa. Y ya nunca dejó el papel protagonista.

Su versatilidad y capacidad para adaptarse a diferentes formatos y públicos la distinguieron como una comunicadora excepcional. Desde programas de entretenimiento hasta programas de noticias, galas benéficas o debates políticos, María Teresa siempre se destacó por su habilidad para transmitir información de manera clara y accesible. Su estilo comunicativo era ameno y atractivo, lo que la convirtió en un referente para todos aquellos que aspiraban a hacer del periodismo una herramienta efectiva para llegar al público.

Además de su versatilidad, María Teresa Campos fue conocida por su ética profesional impecable. Siempre abordó los temas con rigor y objetividad, lo que le valió el respeto y la confianza de la audiencia. Su capacidad para entrevistar a personalidades de todos los ámbitos y abordar temas sensibles con sensatez la convirtieron en una periodista de renombre.

Su carácter afable y su capacidad para conectar con la gente también fueron rasgos distintivos de su carrera. Era capaz de empatizar con sus entrevistados, pero sobre todo con la audiencia. Esa habilidad para conectar con quienes la veían desde el otro lado de la pantalla, y ser un altavoz de la actualidad hacia la gente corriente, hizo que durante mucho tiempo fuese idolatrada por el público.

El adiós de María Teresa Campos no solo ha dejado una huella imborrable en el periodismo y la televisión española. Su ausencia, casi tanto como durante décadas ocurrió con su presencia, es una inspiración para generaciones de periodistas jóvenes y de futuros profesionales del oficio, que ven en su figura -sobre todo por sus últimos años en activo- una referente a la hora de superar obstáculos y de anteponer la pasión por la profesión a cualquier otra cosa.

En resumen, María Teresa Campos fue una verdadera gigante en el mundo de la comunicación en España. Su legado perdurará como un recordatorio de la importancia de la pasión, la ética profesional y la versatilidad en la profesión periodística. Hoy, le rendimos homenaje no solo por su brillante carrera, sino también por el impacto duradero que tuvo en la forma en que entendemos y practicamos el periodismo y la comunicación en España.

Compartir esta entrada